domingo, 8 de noviembre de 2015

Leyendas de Sacatepéquez

La Siguanaba 

Según la tradición popular, se les aparece a hombres que salen de noche o infieles en la forma de una atractiva mujer desnuda o semidesnuda, pero con el rostro oculto. 

Cuando los hombres se acercan, la fantasmagórica mujer les muestra su rostro, que resulta ser el de un caballo (o la de una calavera de caballo en algunas variantes), por lo que termina enfermándolos, enloqueciéndolos o matándolos del susto y robándoles sus almas.

Se cuenta que todos los hombres que viajan de noche están propensos a ella. Pero ella prefiere perseguir a los hombres enamorados, dicen que la Siguanaba se aventura a aparecerse de día en lugares lejanos y solitarios.

La Siguanaba se les aparece en cualquier tanque de agua o a las orillas de los ríos, bañándose con una palangana de oro y peinando su hermoso cabello negro con un peine del mismo metal, mientras su bello cuerpo se trasluce a través de su fino camisón blanco.

El hombre que la mira queda enamorado de ella. Entonces, la Siguanaba lo atrae hacia un área solitaria y de poca infraestructura, generalmente un barranco o un basurero. Ahí, suelta una estridente risa que paraliza de terror a quien la escucha, mientras gira hacia su víctima para revelarle su espantoso rostro que se transforma en una calavera de caballo. Sus ojos se tornan rojos y se salen de sus cuencas, su piel suave y delicada se vuelve arrugada y verduzca y de su hocico suelta un olor nauseabundo.


El hombre, si acaso logra sobrevivir al susto, debe morder una cruz o una medallita y encomendarse a Dios para no perder su alma. Las pesadillas, sin embargo, lo acosarán hasta el día de su muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario